Erika Acosta, acompañada de su compañero de equipo Brayan AcostaCartagena, 2 de diciembre de 2019. - Desde pequeña a Erika Vásquez le interesó el deporte. Nunca lo había practicado a nivel profesional, sino que, por ese gusto de mantenerse en forma, siempre estaba activa, buscando algo para su recreación: natación, patinaje, ciclismo. Fueron varias disciplinas en las que participó. Sin embargo, un accidente de tránsito en el 2009 le hizo perder la movilidad en las piernas.
Al comienzo fue difícil, la tristeza parecía apoderarse de ella, el sin sabor era su pan de cada día. Se bloqueó en todos los aspectos. Se quedaba en la casa, no salía, se reprimió. Pero la fuerza de voluntad, esas ganas de seguir avanzando la hicieron levantarse y afrontar sus problemas con la cabeza en alto, con la ilusión de demostrar que está hecha para grandes cosas, sin importar los obstáculos que tenga que atravesar.
En el parque Sucre, en Armenia, todo empezó a cambiar para ella hace tres años. En una conversación con Edwin Mayorga, raqueta número uno del tenis en silla de ruedas de este departamento, el gusanito de esta disciplina apareció. No muy fuerte en ese momento, pero con la insistencia del profesor Ferney Cardona fue creciendo y cobrando un interés grande en su vida, debido a que era un deporte que jamás había practicado.
Hasta ese momento la única raqueta que había sostenido era la de matar zancudos, pero nunca una de tenis. Sin embargo, con la dedicación y el empeño con el que comenzó a entrenar, empezó a subir escalones con rapidez. Su primera competencia fue en 2018 en el clasificatorio para los Juegos Paranacionales, en la modalidad de dobles. Allí logró quedarse con la medalla de bronce y con el cupo a la quinta edición de estas justas.
La adaptación para jugar tenis en silla de ruedas no fue fácil. Manejarla y darle el golpe a la pelota es una tarea que necesita de concentración; aprender los pequeños trucos con la silla, para carreras largas o cortas llegaron con la experiencia. Aunque muchas veces quiso renunciar por la complejidad de esta disciplina, se mantuvo fuerte anímicamente y, con el paso del tiempo, los resultados se fueron dando.
Continuaba recorriendo incansablemente el camino, que en algún momento parecía detenerse. Ahora con más fervor, entusiasmo y energía, Erika Vásquez, con Dios como guía, tiene un consejo grabado en la cabeza: “Meterle ganas, amor, corazón y, sobre todo, tener humildad. Porque, a veces, al no tener los resultados esperados, muchos se desaniman y abdican. Pero hay que continuar, porque si uno quiere ser el número uno, tiene que entrenarse y entregarse como si fuera el número dos”, dice.
El deporte apareció como uno de los motores en su vida, para enseñarle que a pesar de las derrotas hay mil motivos más para continuar y nunca desfallecer. Entenderlo nunca es fácil, pero el enfoque y la fortaleza mental de Erika Vásquez la llevaron por vías que jamás había tomado: aprendiendo y creciendo en todos los aspectos. Con resiliencia y optimismo demuestra que está para cosas grandes, le dibuja una sonrisa constante a su departamento y demuestra que Colombia, es tierra de atletas.
PRENSA MINDEPORTE
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