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Andrés Labrada, una vida dedicada al baloncesto intelectual

diciembre 03, 2019

Cartagena, diciembre 3 de 2019.
- La velocidad, los dribles y la precisión se tomaron el maderamen de la Unidad Deportiva Rocky Valdez. El baloncesto intelectual se roba algunas miradas debido a la capacidad, disciplina y dedicación que tienen sus jugadores, quienes demuestran una técnica exquisita, lo que deja claro que el margen que los separa de los basquetbolistas convencionales es muy delgado.
 
Uno de los atletas que ha abierto los ojos de propios y extraños en este deporte es Andrés Arley Labrada, un joven de 25 años nacido en el Líbano, Tolima. Su figura no es tan predominante como la de otros, quienes sobrepasan los 1.85 metros de estatura. Por el contrario, su talla no es promedio para este deporte: mide 1.71 metros, pero entre sus cejas siempre está enfocado el aro rival.
 
Es el motor de la selección del Tolima en el campeonato de baloncesto intelectual: veloz, con buena gambeta y una puntería notable. Canastas de dos, de tres, tiros libres… Su efectividad es envidiable. Sin embargo, el camino no ha sido fácil. El recorrido ha tenido baches, obstáculos y, aunque muchas veces le sacaron lágrimas, siempre afrontó esas dificultades con grandeza para salir adelante.
 
Desde muy temprana edad, su padre y abuela se encargaron de criarlo, pero después pasó a una familia adoptiva. Yamile Ortiz lo recibió con los brazos abiertos y el camino parecía aplacarse. El campo deportivo fue vital para no desviarse y tomar por la vía adecuada.
 
La marcha, la primera disciplina que practicó: lo hizo cuando tenía ocho años, fueron sus primeros pasos. Así se constituyó físicamente: delgado, mediano. Después apareció el baloncesto. Por esta disciplina se entregó, se metió por completo. Solo vivía para entrenar. Apenas había cumplido los 10 años y ya conocía todas las reglas.
 
Caminar, doblar, faltas… Todas las normas de este deporte las aprendió rápido. Nada se le dificultó. Por eso el baloncesto fluye cuando avanza por el maderamen con una pelota en sus manos. Su primera profesora se llamó Sandra Rojas, con ella entrenó en el colegio Lourdes. Allí conoció lo básico, pero cuando supo que, en su colegio, el Técnico Industrial, existía el deporte se pasó a practicar con ellos.
 
“Tenían el mejor grupo de baloncesto de todo el municipio”, resalta con una sonrisa. “Cuando toqué estas puertas me las abrieron de par en par y empecé mi camino con ellos”. Fue allí donde conoció a Salomón Sanabria, quien le potenció toda la calidad que rondaba por su cuerpo cuando se encontraba dentro de una cancha de básquet.
 
Después de sobresalir con el equipo de su colegio en Supérate Intercolegiados, programa del Ministerio del Deporte, se unió al grupo de baloncesto intelectual, en el que le hicieron diferentes exámenes y entrenamientos. El entrenador Néstor Miranda terminó de pulirlo, junto con él empezó a crecer deportivamente. Aprendió el respeto hacia sus rivales y sus compañeros. Su capacidad se desarrolló y, poco a poco, se convirtió en el eje de este equipo.
 
En el colegio hubo altas y bajas, pero con el mismo esfuerzo con el que entrena, se encuentra en undécimo grado. Está a un año de graduarse, logro académico que sigue con insistencia. Con 25 años, tiene claro que nunca es tarde para cumplir anhelos, así que desde ya piensa en la veterinaria como carrera. El deporte y el estudio fueron fundamentales para su formación y, con el paso de los años, deja claro que Colombia, es Tierra de Atletas.


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